Diez temas que es oportuno aclarar luego de una homilía de Domingo de Ramos que parecía demasiado horizontalista.
1. Jesús no renunció al poder, sino que lo redefinió
Dicen que Jesús “no vino a hacerse rey católico, ni presidente católico”. Pero omite que Jesús es Rey de reyes (cf. Ap 19,16). No impuso su reinado con violencia, pero sí lo proclamó: “Mi Reino no es de este mundo” (Jn 18,36). Rechazar la violencia y el poder temporal es una cosa, y vaciar la autoridad de Cristo, esotra. Él reina desde la cruz, no desde la debilidad ideológica.
2.Dios es amor… pero también es justo
Afirma que “Dios no castiga, porque eso sería un poco malo”. ¿Entonces qué hacemos con Sodoma, con el juicio final? (cf. Mt 25,31-46). Dios es infinitamente bueno, pero no cómplice del pecado. La corrección es parte de su amor (cf. Heb 12,6).
3.La fe no es sentimentalismo: es doctrina y obediencia
Reducir la fe a “dejarnos amar por Dios” es caer en un espiritualismo sin verdad ni exigencia moral. La fe es revelación, doctrina, gracia y respuesta moral. Jesús dijo: “El que me ama guarda mis mandamientos” (Jn 14,15). No basta con “sentirse amado”. Hay que convertirse.
4.El individualismo espiritual no es la alternativa al colectivismo revolucionario
Se critica al católico que reza pero “no conoce a los demás”. De acuerdo: la fe no es evasión. Pero la respuesta no es una comunidad horizontalista y activista, como propone Castillo, sino una comunidad que adora, se santifica, se forma y actúa por caridad sobrenatural.
5.La salvación no es una obra social
Decir que “nos salvamos amando” y que “pensar en salvar el alma es una agenda propia” es una herejía contra la fe católica. El fin último del hombre es la salvación eterna, no una fraternidad sincrética en esta tierra. Amar es esencial, pero la caridad nace de la gracia, no del voluntarismo social.
6.Hay que corregir el pecado
Dios ama incluso a los delincuentes y gobernantes corruptos. Es cierto. Pero ese amor no es aprobación, sino llamado a la conversión. El relativismo moral es enemigo de la caridad verdadera, porque deja a las almas en su pecado.
7.La cruz no es solo un símbolo de “amistad y compasión”
Se habla mucho de “caminar con el pueblo hacia la cruz”, pero la cruz no es solo solidaridad humana: es redención, sacrificio expiatorio, ofrenda vicaria. La teología de la cruz no se puede reducir a “humanismo sensible”.
8.Jesús no vino a reformar estructuras sociales, sino a salvar a los hombres
La teología de la liberación confunde misión con revolución. El Evangelio transforma el mundo al cambiar el corazón del hombre, no al imponer ideologías igualitarias. Cristo no murió por una agenda sociopolítica, sino por nuestros pecados (cf. 1 Cor 15,3).
9.La Iglesia no debe adaptarse a las ideologías modernas, sino predicar la verdad
La insistencia en que “no debemos juzgar” y que “todos estamos mal” lleva a una falsa misericordia que desarma la evangelización. El amor verdadero no niega la verdad ni la necesidad de conversión. Como dijo Benedicto XVI: “La caridad sin verdad es sentimentalismo”. (CV,3)
10.El verdadero católico no adora la comunidad, sino a Cristo
Cristo no vino a fundar un grupo de diálogo comunitario. Vino a fundar su Iglesia (cf. Mt 16,18), con sacramentos, doctrina, jerarquía y misión salvadora. La comunidad es fruto de la Eucaristía, no una asamblea de autopercepción horizontal.
Conclusión: ¿Qué está en juego?
Este tipo de discursos —aunque revestidos de sensibilidad pastoral— desfiguran el rostro de Cristo y debilitan la misión de la Iglesia. Lo que necesitamos no es más sociología en el púlpito, sino más verdad, más gracia y más doctrina firme.
Si los católicos no tenemos una visión clara, firme y bien formada de nuestra fe… seremos arrastrados por estas narrativas disfrazadas de Evangelio.
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