A menos capacidad visual, más necesidad de ser guiados en nuestra carrera

Las personas con discapacidad visual pueden realizar muchos deportes.

Natación, Esquí, Atletismo, Judo, Esquí, Fútbol, Goalball, Montañismo, Ajedrez

Algo muy importante en casi todos, es la labor del guía. Son otros deportistas de alto rendimiento que van junto a ellos, siempre.

Incluso, el nombre del guía aparece en la tabla de resultados, porque son un equipo. El deportista ciego confía totalmente en lo que el guía le dice, en los ánimos que le da, en la descripción que hace del terreno, la advertencia de peligros, en la distancia hasta la meta, etc.

Los comités para deportistas con ceguera distinguen distintos grados de discapacidad visual. Los totales, los parciales y los que tienen vista aceptable.

Mientras más discapacidad, mientras menos ven, tienen más necesidad del guía y están más atentos a sus indicaciones. Más humildad.

Así deberíamos hacer nosotros, que también estamos ciegos. Porque aunque no hemos perdido la capacidad visual, muchas veces tenemos ciegos los ojos del alma y parece que no vemos a Dios. Nos encontramos a oscuras y nos vamos tropezando en medio de esta carrera por la santidad. Entonces es cuando debemos darnos cuenta que más necesitamos de nuestro guía, el Espíritu Santo, y estar más atentos a sus indicaciones.  

Jer 31, 7-9:  Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo los consolaré y los guiaré; los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito”.

¿Qué necesitamos para dejarnos guiar? Sobre todo dos cosas: humildad y recogimiento.

Necesitamos ser humildes para ver nuestra realidad de discapacidad espiritual y dejarnos conducir por nuestro guía.

Necesitamos más recogimiento: pero  para estar en presencia de Dios, para escucharlo y poder encontrarlo.

Algo especial es el caso de los sacerdotes. Porque es el primero que debe dejarse guiar para guiar a los demás. El don de consejo se refiere en primer lugar a dejarse aconsejar por el Espíritu Santo, y en segundo, lugar dar consejo a otros.

Hebreos 5, 1-6: “Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios.”

Dios nos llama, a su modo sacerdotal, a ser más humildes y tener más recogimiento.

A todos nosotros, nos dice “ÁNIMO” en medio de la carrera, nos renueva la vocación. “TE LLAMA”. nos hace levantar la cabeza, escuchar y obrar en consecuencia. Para que DE UN SALTO, renovando nuestra devoción le digamos FIAT.

¿Qué quieres? Respondámosle:

Solo tú Señor, aunque no te vea.

Te seguiré a donde me lleves.

Recordemos cada mañana que somos ciegos. Nos hará obrar con humildes viéndonos dependientes. Estemos atentos en la oración, dejémonos guiar por el Espíritu Santo y obremos en consecuencia.