No negarle nada a Dios… y si le niegas, no te desanimes. Qué dice Santa Teresita.

Una de las amenazas que encuentra un alma que quiere ser consecuente en su vida espiritual es la de formarse una santidad tan “ideal” que llega a ser “irreal”. De tal manera que, cuando Dios irrumpe en su vida a través de las purificaciones -absolutamente normales- tiende a desanimarse y abandonar la carrera comenzada.

La doctrina de Santa Teresita aprovechará mucho a nuestras almas, animándonos a no negarle nada a Dios y a abandonarnos confiadamente en sus brazos paternos. Ya que para Teresita, la perfección no es un ideal que se logra obtener por nuestros propios esfuerzos. Ella le escribía a su hermana:

 ¡Ay, Celina, qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos… En efecto, los directores hacen progresar en la perfección a base de un gran número de actos de virtud, y tienen razón; pero mi director, que es Jesús, no me enseña a llevar la cuenta de mis actos, él me enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada, a estar contenta cuando él me ofrece una ocasión de demostrarle que le amo; pero esto se hace en la paz, en el abandono, es Jesús quien lo hace todo y yo no hago nada[1].

Dice una estudiosa de Santa Teresita[2] que “este es el criterio de prueba de toda la vida espiritual de Teresita: no negarle nada a Dios. Marie Guérin (su prima) relata una conversación con Teresita justo antes de su muerte”:

Le pregunté el otro día. “¿Alguna vez le negaste algo a Dios?” Ella dijo, “No, no recuerdo haberle negado nada. Aún cuando era muy pequeña, a los tres años de edad, comencé a no negarle a Dios nada que El me pidiera”[3].

 Dos semanas después Teresita le escribió a (su hermana) Celina nuevamente:

Dice Santa Teresa que es necesario alimentar el amor.[4] Cuando estamos en tinieblas, en sequedades, la leña no se encuentra a nuestro alcance; pero ¿no tendremos que echar en él al menos unas pajitas? … Yo lo he visto por experiencia: cuando no siento nada, cuando soy INCAPAZ de orar y de practicar la virtud, entonces es el momento de buscar pequeñas ocasiones, naderías que agradan a Jesús más que el dominio del mundo incluso que el martirio soportado con generosidad. Por ejemplo, una sonrisa, una palabra amable cuando tenga ganas de callarme o de mostrar un semblante enojado, etc., etc… Tal vez pienses que yo hago eso que digo.  Pues no, no siempre soy fiel.  Pero no me desanimo nunca, me abandono en los brazos de Jesús.[5]

Un gran consuelo para nosotros es que Santa Teresita no era perfecta (así como todos los santos con excepción de la Virgen).  Solo que, “a diferencia de muchos de nosotros, nunca perdió la confianza que al final sería consumida por el fuego del amor”:

Si se tiene en cuenta lo débil e imperfecta que yo era, y que aún soy después de siete años vividos en religión.  No obstante, sigo teniendo la misma confianza audaz de llegar a ser una gran santa, pues no me apoyo en mis méritos-que no tengo ninguno-, sino en Aquel que es la Virtud y la Santidad mismas.  Sólo él, conformándose con mis débiles esfuerzos, me elevará hasta él y, cubriéndome con sus méritos infinitos, me hará santa.[6]

Santa Teresita no está haciendo apología del quietismo, esa doctrina espiritual por la cual se creía que el alma no debía ensuciar las obras de Dios con su propio obrar, terminando en una mera pasividad. Al contrario, Teresita pide nuestra colaboración activa con Dios mediante la confianza y el sacrificio en lo mínimo que podamos hacer: “debemos de amar constantemente”.

“Teresita explicó que la confianza en Dios y la virtud del abandono se nutren únicamente por medio del sacrificio. Ella dijo “que debemos usar toda nuestra fuerza para dar sin contar y negarnos (a nosotros mismos) constantemente.  Debemos probar nuestro amor por medio de todas las obras buenas que somos capaces, y que después de todo, son de poco valor… Pero que en verdad es indispensable colocar toda nuestra confianza en EL quien por sí solo santifica nuestras obras y quien nos puede santificar sin obras, ya que Él pueda elevar de piedras a los niños hacia Abraham. Incluso cuando hemos hecho todo lo que pensamos que se debió hacer, debemos considerarnos “siervos inútiles”, a la vez esperando que Dios a través de Su gracia, nos dará todo lo que deseamos.  Esto es lo que todas las almas pequeñas que corren en el caminito deben esperar. “Recuerda”, me dijo, “Yo digo corre, no descansa”.[7]

Que Nuestra Madre Santísima y Teresita de Lisieux nos ayuden a no negarle nada a Dios mediante actos concretos de sacrificio. Que confiemos en el poder de su gracia mucho más que en el poder de nuestros defectos, de tal manera, que nunca nos desanimemos.


[1] Teresa de Lisieux  Obras Completas,   traducción Manuel Ordóñez Villarroel, OCD (Burgos, España Editorial Monte Carmelo, 2006), Cartas, pp.477-478,  Carta 142 a  Celina,6 de julio de 1893.

[2] Maureen O’Riordan. Un Mapa del Camino de Confianza y Amor de Santa Teresa de Lisieux. http://www.thereseoflisieux.org/un-mapa-del-camino-de-confianz/

[3] Last Conversations , p. 251.   Últimas Conversaciones.

[4] Libro de la Vida,  Capítulo 30. Teresa de Ávila

[5] Teresa de Lisieux. Obras Completas,   traducción Manuel Ordóñez Villarroel, OCD (Burgos, España Editorial Monte Carmelo, 2006), Cartas, pp.479-480,  Carta 143 a  Celina, 18 de julio de 1893.

[6] Historia de un Alma p. 139.

[7] A Memoir of My Sister Saint Thérese, p. 56-57. Memorias de mi Hermana Santa Teresa