Sagrado Corazón: – «¿Tú, me amas?»

1. La pregunta del Sagrado Corazón

¿Tú amas? Es la pregunta que hoy y siempre nos hace Jesús. Sobre todo hoy que es primer viernes de mes y celebramos al Corazón que tanto amó a los hombres y no recibe sino silencio, como si Dios no se hubiera encarnado, como si nadie hubiese dado la vida por mí.

Decía San Juan Pablo Magno1: “¿Tú amas? Es una pregunta que hace Dios al hombre. Y el hombre debe hacérsela continuamente a sí mismo. (…) [porque] da sentido a la vida.

2. Nuestra respuesta

Nosotros estamos llamados a responder que sí. Esta pregunta la debemos tener siempre en nuestro corazón: ¿me amas?

De hacernos esta pregunta depende que nuestras obras tengan sentido trascendente, sobrenatural, que respondan por sí mismas.

Antes de empezar a trabajar, a estudiar, a atender a un enfermo o a nuestros familiares, antes de hablar con alguien siempre hay que hacer que resuene el eco de esta pregunta eterna “¿me amas?” y responderle con esa obra que vamos a hacer, confiando, como Pedro, en que Cristo es quien la llevará a buen término porque en Él confiamos. Él nos ayudará a cumplir bien su voluntad, sobre todo cuando nos parece más pesado y difícil: Sagrado Corazón de Jesús en vos confío.

Por esa confianza es que Pedro respondió «Señor, tú sabes que te amo» (Jn 21, 15), en vez de responder: “Sí Señor, pero yo te he fallado”. Respondió: «Señor, tú sabes que te amo». Sabía que Cristo está por encima de todas nuestras debilidades y pecados.

Y si queremos reparar esas ofensas que nosotros hemos cometido y las ofensas de los demás, tenemos que responder a la primera pregunta: ¿Me amas más que estos?… ¿Más que estos que me han ofendido? Nuestra respuesta debe ser la de los mártires que en su debilidad confiaron más que nunca en Jesucristo, en su amor.

Sentían una cruz pesadísima, superior a sus fuerzas y cuando estaban a punto de abandonarla; recordaban que el mismo Cristo no pudo cargar la suya. Necesitó ayuda del Cireneo. El mismo Cristo cayó, al menos tres veces, porque su cruz era demasiado pesada. Los mártires se veían entonces con sus sufrimientos siendo Cireneos, cargando lo que no pudo cargar Jesucristo. Ahora mi cruz tiene sentido, mi respuesta es más plena, estoy completando lo que falta a la Pasión de Cristo.

Si Cristo necesitó ayuda, ¿acaso no la necesitaré yo? Si a Cristo lo ayudaron a cargar su cruz, ¿acaso no me ayudará Él a cargar la mía?

3. La respuesta de los mártires

La respuesta perfecta a esta pregunta: “¿me amas?”, la dieron los mártires. Nunca la tuvieron más presente que en el momento del mayor sufrimiento, porque sabían que así era más pura su respuesta, más efectiva, más clara.

Decían los verdugos que asesinaron a los mártires que hoy celebramos, sorprendidos porque no se quejaban ni gritaban: “Todo lo que oímos es un suave susurro de oraciones. Ellos rezan hasta morir”.

“Entre todos los seres humanos [la Virgen María] dio la respuesta más perfecta a esa pregunta: ¿Tú amas? ¿Tú me amas? ¿Me amas cada vez más? Su vida entera fue, en efecto, una respuesta perfecta, sin error alguno, a esta pregunta.” Que Ella nos ayude a responderle con obras a Jesucristo. Y que, mientras más actividades tengamos que hacer o cuando la cruz pese más, esta pregunta resuene más fuertemente en nuestro corazón: “Me amas”. Que la respuesta sea “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”.

***

1 https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/homilies/1980/documents/hf_jp-ii_hom_19800530_parigi-francia.html