[Crónica] Ay de mí si no evangelizara

¿Cuál es la razón por la cual hemos hecho esta misión? Aprovechar todo el amor que Cristo derramó en su Pasión.

¡Claro! ¿Cómo dejar que esa Sangre Redentora haya caído a la tierra en vano y se seque en el suelo erosionado de muchos corazones? ¿Cómo no hacer todo lo posible para que la Pasión sea efectiva en las almas? Por eso, es una gran falta de amor a Nuestro Señor el no anunciarlo.

Por otro lado, la Pasión de Cristo es un bien «tan» infinito y las almas están tan necesitadas de Él, que es una falta de amor al prójimo el no comunicarlo…

Ahora se entiende mejor cuánto amor y razón tenía San Pablo cuando dijo:

1 Cor 9,16 Porque si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, pues es un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara!

Mi Redención en la Cruz

La Pasión de Cristo objetivamente basta para satisfacer por todos nuestros pecados ante la justicia divina.

No le falta nada. Nos abrió las puertas del Cielo.

Pero subjetivamente, cada uno de nosotros debe hacer efectiva esa Redención en sus vidas. ¿Cómo? Dejando correr en nuestras almas esa vida Divina que Cristo nos dejó en los sacramentos, especialmente el bautismo, la eucaristía y la penitencia (confesión).

Esta es la entrada para ir al Cielo. Nos falta comprarla por medio de los sacramentos y completar en nosotros lo que falta a la Pasión para que sea totalmente efectiva, totalmente santificados.

Mi Redentor en Mollepata

Solo esto es lo que hemos tratado de hacer en Mollepata: mostrarles la entrada al Cielo, enseñar a las almas todo el amor que Cristo nos tiene y que ellos pueden ver hermosamente representando en el «Señor Manuel Exaltación de la Santa Cruz».

Entre tantas, nos quedamos con dos gracias espectaculares que hemos presenciado en esta misión (ojalá haya tiempo para escribir de cada una): la fe sencilla en las almas y el ejemplo de las autoridades.

Fe sencilla

La fe popular, la fe de pueblo, la fe humilde del pescador y del agricultor, que no necesita muchas explicaciones complicadas para entregarse totalmente al amor de Jesús y esperarlo todo de Él.

Ejemplos de esto lo tenemos bien claros en Don Mario, sacristán de la parroquia desde hace más de 33 años. También en su esposa, Doña Josefa y toda su familia, que siempre están pendientes de cómo ayudar a la iglesia en la persona de los sacerdotes y religiosas. Es la fe puesta en obras, así de simple, así de concreto el amor hecho ternura y sacrificio.

Cómo no recordar a Faustina y Miguelina, hermanas ancianas, con poco español pero mucho quechua y aún más amor a «Jesús el Señor». Miguelina recibió el bautismo, confirmación, comunión y unción. Faustina no paraba de repetir «mi ahijada, mi ahijada…».

Cómo olvidar a Manuela y Mariano, un matrimonio hermosísimo que no cabían en sí cuando los visitamos llevándoles la confesión y comunión, a lo cual respondieron con generosas porciones de pan casero…

Ejemplo de las autoridades

Otra gran gracia fue presenciar el bien de una autoridad bien ejercida. En este caso fue el de Marco Silva, Mayordomo 2021.

No solo nos brindó gran hospitalidad a todos los misioneros junto con su esposa Dora, sino que nos dio un ejemplo enorme al decirle «Fiat»/sí a Cristo.

Marco fue dócil a la enseñanza del párroco cuando le explicaba el verdadero sentido de la fiesta patronal: no buscar el reconocimiento del pueblo por traerles miles de litros de cerveza, toneladas de pólvora en fuegos artificiales, comida y orquestas… sino el buscar exaltar verdaderamente a Cristo, ponerlo en el centro de una fiesta católica que no debe tener el pecado como garantía de éxito, aunque se gane enemistades mundanas.

Aprovecharon la gracia

Por todo esto decimos una y mil veces: ¡Ay de mí si no evangelizara!

Nos vamos de esta misión con muchísimas ganas de amar más a Cristo, de predicar a voz más alta el evangelio y poner todos los medios para ello, especialmente aprender la ciencia de la cruz… y mucho quechua.

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