[Crónica] Aventura en Mollepata

«No ser esquivo a la aventura misionera», es una frase que solemos repetir a menudo en nuestra familia religiosa.

Hoy hemos comenzado una de esas «aventuras», empresas grandiosas en las que la pluma de Dios será más legible que la de los hombres. Sobre todo cuando el objetivo es tan sobrenatural como evangelizar. Escribo desde nuestra minivan, en medio de la ruta a Limatambo.

Id por todo el mundo…

Estamos viajando junto a 11 seminaristas y José Vergara (laico comprometidísimo de nuestra TOS) a Cuzco – Mollepata, para participar de la fiesta patronal de la parroquia «Señor Manuel de la Exaltación».

Esta es una de la primeras parroquias encargadas a nuestros sacerdotes en Perú (y creo que la segunda fuera de Argentina).

La fiesta central es el 14 de septiembre, y para preparar al pueblo haremos visitas de casas, actividades con niños y jóvenes, programas radiales, catequesis y más. Con la ayuda de Dios iremos a otra comunidad más alejada donde continuaremos evangelizando.

El viaje

Este emocionante día empezó a las 4am, partiendo desde el seminario en Arequipa hasta Mollepata. Son 634 km de camino que están pensados para hacerlos de 12 a 14 horas de viaje, pasando por alturas que varían de 2300, 4700 y 3400 msnm.

Aunque algunos de los viajeros cayeron víctimas del soroche, rápidamente se repusieron gracias al buen ánimo y empuje propios del espíritu aventurero.

Tomamos la ruta de Condoroma y luego nos fuimos por Espinar, en donde tuvimos que esperar una hora varados a que reactiven el paso vehicular. Allí conocimos al P. Michael, un sacerdote escocés que habia sido capellán militar durante 29 años. Incluso nos mostró fotos de su paso por Afganistán.

Los seminaristas quedaron asombrados de ver a un sacerdote con 39 años de perseverancia encima. Siempre es una oportunidad para dar gracias el conocer a religiosos que son ejemplos de fidelidad.

No ser esquivos

Esta será una gran actividad formativa para todos los seminaristas. Ya que nos exige un tiempo de especial caridad fraterna y de un gran celo apostólico, todo lo cual nace de la oración.

¡Nos encomendamos a las suyas!

¡Viva la Virgen!